En los noventa, el secretario general de la OTAN, Javier Solana, hizo famoso el eufemismo 'daños colaterales', en referencia a las muertes de civiles en el conflicto de los Balcanes. Desde entonces, los bombardeos y disparos de militares no provocan muertos, sólo generan 'daños colaterales'.
A partir de este año, el concepto de daño colateral podría recibir una nueva acepción: el hambre que pasan los agricultores de los países en desarrollo por la 'guerra' que han emprendido los países del primer mundo para reducir las contaminaciones mediante 'gasolinas' más ecológicas.
En teoría, esta iniciativa debería beneficiarles, porque en el Tercer Mundo tienen grandes extensiones de terreno en las que pueden cultivar soja, palma de aceite, maíz y azúcar, componentes esenciales para el biodiésel y el bioetanol. Pero lo cierto es que los agricultores, más que beneficiarse, saldrán perjudicados. El aumento de la demanda en países energéticamente voraces, como EE UU, China o Europa, y la progresiva sustitución del petróleo por los biocombustibles provocan un alza de los precios de los productos que, hasta ahora, se utilizaban para el consumo humano e, incluso, para el ganado.
Si en Europa y EE UU el problema es simplemente un aumento de precio de unos alimentos que incluso sin estas alzas están siendo reemplazados en la dieta habitual, en Latinoamérica, Asia y África el problema es que forman la base de la alimentación de la mayoría. Por eso, ahora ha sido la crisis de las tortillas en México, y mañana será la crisis de... a saber dónde y de qué producto.
1 comentario:
Felicitaciones, muy interesante el articulo, espero que sigas actualizandolo!
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