domingo, mayo 25, 2008

Rajoy y la caverna mediática

En su ensayo Derecha e izquierda, Norberto Bobbio defiende que de las seis grandes ideologías nacidas entre los siglos XIX y XX, tres son clásicas o realistas, el conservadurismo, el liberalismo y el socialismo científico; tres son “románticas”o irreales, el anarco-libertarismo, el fascismo (y el radicalismo de derechas) y el tradicionalismo. Estas seis ideologías agotarían el campo de acción.
Para desgracia de millones de votantes, el PP apenas encajaría en las corrientes realistas y se deslizaría hacia posiciones irreales. Así, no existen liberales auténticos dentro del PP. El “liberalismo” que se arroga Esperanza Aguirre nada tiene que ver con Smith, David Ricardo o los progresistas del XIX español que enarbolaban la enseñan liberal. El “liberalismo” de Aguirre es un potaje de capitalismo descarnado, moralina católica y pellizcos de monja.

Quedan tres corrientes dentro del guirigay del PP: demócrata-cristianos, neofranquistas y conservadores. Los demócrata cristianos (p, ej: Javier Arenas) carecen de peso. Algo que, desgraciadamente, no puede decirse de los neofranquistas. Sorprende y entristece comprobar cuantos (incluso muy jóvenes) jalean el revisionismo de la historia y la dictadura de Franco. Sandeces de este calibre sin duda aliviarán rancias conciencias en abrasión pero resulta patético en mentes jóvenes y a muchos nos impele a defender el progreso desde cuantos foros nos ofrezcan.

La cuarta y última corriente del PP, el conservadurismo, tal vez sea la única realista y digerible. Conservadores en muchos de sus planteamientos, aceptan la intervención del Estado (o sea, la sociedad civil) para corregir los “demonios” cotidianos que desata la codicia desmedida, el atropello a los débiles y la desigualdad. Podríamos aquí encuadrar a Fraga Iribarne, Mariano Rajoy y Ruiz Gallardón. Conservadores, ciertamente, pero partidarios de un cierto intervencionismo y, por supuesto, alejados del nacional-catolicismo.

Lógicamente, hacia ellos apuntan los groseros y nada imaginativos ataques de la caverna mediática. Quien era presentado como “salvador de España” se convierte así en pocos días en un indeseable sin más alternativa que la dimisión. Si algo evidencia esta metamorfosis es la ausencia de ideología en la caverna.

Rajoy, sin embargo, no ha mutado su ideología conservadora. Simplemente ha dado un puñetazo en la mesa y se ha negado a seguir consignas de individuos a quienes nadie ha votado. Ahora bien, no nos engañemos, estos sujetos podrían ser sustituidos y pronto no los recordaría nadie. Pero detrás de la caverna mediática anida la sombra del fundamentalismo y las sotanas. Algo que no debemos olvidar cuando marquemos la X del IRPF.

Referirme a la caverna mediática en artículo construido sobre reflexiones de Norberto Bobbio, sin duda es un sacrilegio intelectual. Pero es que los testarazos a Gallardón por su tendencia laicista o permisividad sexual me han provocado ataques de distendida hilaridad… ¿hasta dónde llega la obsesión de algunos por la religión y el sexo?... señores de la caverna, ¡qué no vivimos en la Vestusta de La Regenta sino en una bella nación, España, donde la mayoría ha optado por el progreso, el laicismo y por situar el sexo y la religión en la esfera más íntima de ser!


El plural.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

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