martes, diciembre 12, 2006

Muere un Dictador


Quién diría que el más cruel de los dictadores del mundo se moriría un 10 diciembre. A veces la ironia no deja de ser cruel e infantil...
Otro 10 de diciembre de 1948 comenzamos a conmemorar los derechos humanos. Hoy, en cambio, asistimos a una ceremonia más del horror con la muerte del tirano, como intentando ensuciar con su dedo a todos los demócratas del universo.
Hoy, Día Internacional de los Derechos Humanos, Pinochet ha muerto a los 91 años y en la cama, sin haberse sentado nunca ante un tribunal para responder por sus crímenes de lesa humanidad. Su muerte «sella la impunidad» del sátrapa, como ha reconocido la comunidad internacional en pleno. Morir a esa edad es un privilegio con el que el destino nos premia después de jugar con nosotros.
Produce asimismo cierta desazón que este sujeto, que no sólo asesinó a mansalva sino que acopió ilegalmente una colosal fortuna expoliada a sus compatriotas, vaya a ser objeto de homenaje a cargo de las fuerzas armadas chilenas, y en presencia de la ministra de Defensa, aunque no se le tributen honras fúnebres de ex presidente.
Algunos contenemos entre el puño de nuestras letras la rabia contenida que produce la impunidad. Ésa a la que Pinochet apeló contrariando todos los principios de justicia y de la dignidad humana.
Me uno al igual que otros tantos, desde aqu,í a la impotencia de los que jamás volverán a hablar, porque los asesinó; al dolor de los familiares que tendrán que arrastrar tanta ignominia; a todos los Víctor Jara, a todos los Carmelo Soria, y a tantos que pasaron a ser XX; y al peso de cada una de las pequeñas pero grandes historias de todos aquellos a quienes infligió la más feroz de las tragedias: pisotear con descaro y alevosía todos los derechos .
En definitiva, es inquietante que personajes oscuros que han causado tanta desolación consigan pese a todo un final apacible. La propia idea de Justicia salta por los aires en estos casos.

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