El reciente triunfo de Nicolas Sarkozy en las elecciones presidenciales francesas ha tenido ya sus primeras consecuencias en la vida política de nuestro país. Mientras el PP toma ejemplo del nuevo presidente galo en general, tanto el mismo PP como CiU insisten una y otra vez en dos temas, inmigración e inseguridad ciudadana, como si estos fueran los problemas más graves de nuestra sociedad.
Xavier García Albiol, alcaldable del PP por Badalona, la tercera ciudad catalana en número de habitantes, no ha sorprendido a nadie que le conozca con la difusión de un video de propaganda electoral cargado de argumentación xenófoba, cuando no ya inequívocamente racista. García Albiol, que se lió a puñetazos con algunos de sus adversarios en una reciente campaña electoral, es el prototipo de la derecha extrema, con posiciones políticas mucho más cercanas a Le Pen que al propio Sarkozy, y por tanto entra dentro de lo lógico que no le haga ascos al recurso demagógico y populista de un lenguaje basado en la excitación de las más bajas pasiones xenófobas, especialmente contra la inmigración de origen islámico pero que se extiende al común de la nueva inmigración.
Más allá del uso burdamente electoralista de la xenofobia hecho por García Albiol, que otros alcaldables del PP han cultivado también –es el caso, entre otros, del cabeza de lista popular de Castelldefels- y que cuenta con el apoyo público de la dirección de su partido en Cataluña, también desde las filas de CiU se hace un uso torticero de la inmigración. Aunque Xavier Trias, candidato a alcalde de Barcelona por la federación nacionalista, no ha llegado nunca a estos extremos, el propio presidente de CiU, Artur Mas, ha llegado al puro y simple disparate de decir que el gobierno tripartito de la Generalitat presidido por José Montilla es el responsable de que Cataluña se haya convertido en una de las principales plataformas de entrenamiento del terrorismo yijadista, mientras que el secretario general de CiU, Josep-Antoni Duran Lleida, también ha recurrido a otras lindezas con claros tintes xenófobos.
Jugando con fuego, atizando el fuego de la xenofobia cuando no ya el del puro racismo, mezclando inmigración con inseguridad ciudadana e intentando llevar a la opinión hacia la convicción de que todo inmigrante de origen musulmán puede ser un terrorista en potencia, tanto PP como CiU demuestran hasta qué punto, tras conocer los sondeos electorales que les auguran sonadas derrotas en Cataluña, han perdido los nervios y, llevados por la desesperación, se han echado definitivamente al monte del extremismo derechista.
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